Cada año, en torno al 21 de diciembre, el hemisferio norte experimenta un fenómeno astronómico clave: el solsticio de invierno. Es el momento en que el día tiene menos horas de luz solar y la noche alcanza su máxima duración. Aunque es un acontecimiento conocido y cargado de simbolismo cultural, su explicación es puramente científica y está ligada a la geometría de la Tierra en el espacio.
A continuación, desgranamos qué ocurre exactamente y por qué este día es el más corto del año.
Qué es el solsticio de invierno
Desde el punto de vista astronómico, el solsticio de invierno no es un “día” completo, sino un instante preciso. Ocurre cuando el Sol alcanza su máxima declinación sur, es decir, cuando se encuentra en el punto más austral de su recorrido aparente por el cielo a lo largo del año.
En ese momento, el Sol está situado verticalmente sobre el Trópico de Capricornio, a unos 23,5 grados de latitud sur. A partir de ese instante, el Sol comienza lentamente a “regresar” hacia el norte, alargando de nuevo los días en el hemisferio norte.
La causa real: la inclinación del eje terrestre
La razón fundamental por la que existe el solsticio de invierno es la inclinación del eje de rotación de la Tierra, que es de aproximadamente 23,5 grados respecto al plano de su órbita alrededor del Sol.
Esta inclinación provoca que, durante una parte del año, el hemisferio norte reciba la radiación solar con un ángulo más oblicuo y durante menos tiempo cada día. En el solsticio de invierno, el eje terrestre está orientado de tal forma que el norte se encuentra inclinado al máximo en dirección opuesta al Sol.
Conviene desmontar un mito frecuente:
👉 El invierno no se produce porque la Tierra esté más lejos del Sol. De hecho, nuestro planeta alcanza el perihelio —su punto más cercano al Sol— a comienzos de enero. Las estaciones dependen del ángulo de incidencia de la luz solar y de la duración de la iluminación diaria, no de la distancia.

Por qué es el día más corto del año
La combinación de dos factores explica la reducción extrema de las horas de luz:
- Menor altura del Sol al mediodía
En el solsticio de invierno, el Sol alcanza su punto más bajo sobre el horizonte al mediodía solar. Esto reduce la intensidad de la radiación y acorta el arco que el Sol recorre por el cielo. - Trayectoria solar más corta
El recorrido aparente del Sol sobre el horizonte es el más breve del año. Como consecuencia, pasa menos tiempo por encima del horizonte y más tiempo por debajo, alargando la noche.
En latitudes medias, como España, esto se traduce en jornadas con poco más de nueve horas de luz, frente a las más de quince que se alcanzan en el solsticio de verano.
Un detalle poco conocido: el atardecer más temprano no coincide con el solsticio
Aunque pueda parecer contraintuitivo, el atardecer más temprano del año no suele coincidir exactamente con el día del solsticio. Tampoco lo hace el amanecer más tardío.
Esto se debe a un fenómeno astronómico llamado ecuación del tiempo, que surge de la combinación de:
- la inclinación del eje terrestre,
- y la forma ligeramente elíptica de la órbita de la Tierra.
Como resultado, el “mediodía solar” no ocurre siempre a la misma hora del reloj, lo que desplaza unos días los extremos de salida y puesta del Sol respecto al solsticio.
Qué ocurre en otras zonas del planeta
- Círculo polar ártico: durante el solsticio de invierno, el Sol puede no salir en absoluto, dando lugar a la llamada noche polar.
- Círculo polar antártico: sucede lo contrario; el Sol permanece visible las 24 horas.
- Ecuador: la duración del día apenas varía a lo largo del año, con jornadas cercanas a las 12 horas de luz incluso en los solsticios.
El inicio del invierno astronómico
El solsticio de invierno marca oficialmente el inicio del invierno astronómico, que no siempre coincide con el invierno meteorológico utilizado por la climatología. A partir de este momento, los días comienzan a alargarse progresivamente, aunque el frío más intenso suele llegar semanas después debido a la inercia térmica de la superficie terrestre y los océanos.
Desde una perspectiva no humana, resulta curioso comprobar cómo un simple cambio en la orientación de un eje planetario es capaz de alterar rutinas, emociones y culturas enteras. Para la Tierra es solo geometría; para nosotros, el día más corto del año.
Un punto de inflexión para la luz
Más allá de su carga simbólica, el solsticio de invierno representa un punto de inflexión astronómico: es el final del acortamiento de los días y el inicio de un lento pero constante regreso de la luz. Un recordatorio anual de que, incluso en la noche más larga, el movimiento del cosmos ya está preparando el camino hacia la primavera.