En marzo de 2025, algo inaudito ocurrió: la empresa australiana Cortical Labs presentó el CL1, un dispositivo que combina neuronas humanas vivas con un chip de silicio. No es una metáfora, ni ciencia ficción: es un paso directo hacia lo que muchos llaman ya biocomputación híbrida. En lugar de depender de transistores y código, este sistema aprende gracias a un grupo de células neuronales vivas cultivadas en laboratorio. Y sí: ha sido capaz de jugar al Pong.
¿Pero qué significa exactamente esto?
Se trata de un nuevo tipo de arquitectura informática donde redes neuronales biológicas reales, derivadas de células madre humanas, se integran físicamente con circuitos electrónicos. Estas neuronas, vivas, reaccionan a estímulos eléctricos, emiten señales, aprenden patrones… y lo hacen con una eficiencia energética que deja en evidencia a los modelos clásicos de inteligencia artificial. Mientras los sistemas como GPT necesitan enormes servidores y consumo energético, este chip‑vivo aprende con mil veces menos datos y apenas unos vatios.
Cortical Labs no está sola. En diciembre de 2023, un equipo internacional publicó en Nature un prototipo híbrido que permitía a una red de tejido cerebral reconocer voces humanas. Y otros laboratorios están usando organoides cerebrales sobre chip para modelar enfermedades, probar fármacos o explorar el aprendizaje sin algoritmos.
El potencial es inmenso:
— Aprendizaje adaptativo con poco entrenamiento
— Baja demanda energética
— Interfaces más naturales entre humano y máquina
— Herramientas para estudiar la conciencia o replicar patologías cerebrales
Pero la inquietud también crece. ¿Dónde está el límite entre lo inteligente y lo vivo? ¿Una red neuronal en un chip puede “sentir” algo? ¿Deberíamos establecer derechos, regulaciones, códigos éticos antes de avanzar más?
Por ahora, la realidad es más modesta que la promesa: el CL1 aprende tareas simples, necesita condiciones de laboratorio, y está lejos de replicar la mente humana. Pero el cruce de caminos ya ha empezado. La biología y la informática han dejado de ser territorios separados. El siguiente ordenador quizás no se fabrique: quizás crezca.