La transición global hacia la electricidad generada a partir de fuentes limpias ha alcanzado un hito significativo, ya que estas fuentes ahora representan el 30% de la generación eléctrica mundial. Este logro es un reflejo del compromiso continuo y de las políticas de apoyo que aceleran la adopción de energías renovables en múltiples países.
El crecimiento en la capacidad de generación de energía limpia, especialmente de solar y eólica, ha sido notable en los últimos años. Estas fuentes ahora no solo representan una parte significativa de la nueva capacidad de generación eléctrica, sino que también están desplazando a los combustibles fósiles en muchos mercados. La caída en la generación de energía a partir de fuentes fósiles es evidente, con una disminución del 0.3% proyectada para 2023, lo que podría marcar el comienzo de una era de reducción estructural de emisiones en el sector eléctrico.
Este progreso es crítico dado el aumento continuo en la demanda de electricidad, impulsado en parte por la mayor electrificación de sectores como el transporte y la calefacción, que contribuyen significativamente a la descarbonización. Se espera que la participación de la electrificación en el consumo total de energía final aumente del 20% en 2021 al 27% para 2030.
Los esfuerzos de inversión también reflejan este cambio, con un incremento notable en el financiamiento para tecnologías limpias. El sector de la energía limpia vio aumentar las inversiones en más del 12% en 2022, superando los 1 trillón de dólares por primera vez, y se proyecta que aumentarán aún más en 2023. Este flujo de inversión está siendo liderado por proyectos de energía solar y eólica, especialmente en China, que se ha establecido como un líder en ambos campos.
Sin embargo, a pesar de estos avances positivos, el camino hacia una transición energética global completamente limpia aún enfrenta desafíos significativos. La infraestructura existente de combustibles fósiles, las presiones económicas y la necesidad de una política energética más coherente y sólida son barreras que aún deben superarse. Además, la inversión en tecnologías de baja emisión debe aumentar significativamente para cumplir con los escenarios de cero emisiones netas previstos para 2030.
En resumen, mientras que la participación del 30% de la electricidad de fuentes limpias marca un progreso considerable, la urgencia de expandir este número es clara si se consideran los objetivos climáticos globales y la necesidad de una energía más segura y sostenible para futuras generaciones.