QUÍMICOS ETERNOS EN EL AGUA

Los «Forever Chemicals» contaminan el agua potable a nivel mundial: una crisis creciente

Por Case
Agua contaminada por "químicos eternos". Imagen generada por IA.
Agua contaminada por "químicos eternos". Imagen generada por IA.

En las últimas décadas, los llamados «forever chemicals» (químicos eternos), han sido identificados en fuentes de agua potable en todo el mundo, generando alarma entre científicos y reguladores. Estas sustancias, conocidas técnicamente como PFAS (perfluoroalquil y polifluoroalquil), son una amplia familia de más de 12,000 compuestos químicos que no se descomponen fácilmente en el medio ambiente. Debido a su uso extendido en productos como utensilios de cocina antiadherentes, textiles impermeables, empaques de alimentos y espumas contra incendios, se han infiltrado en el agua potable y el suelo a escala global.

¿Qué son los «forever chemicals»?

Los PFAS son famosos por su durabilidad, de ahí el nombre de «químicos eternos». Se han utilizado desde la década de 1940 en una variedad de industrias debido a sus propiedades repelentes al agua, la grasa y el calor. Sin embargo, esta durabilidad es precisamente la que los hace peligrosos, ya que no se descomponen fácilmente ni en el cuerpo humano ni en el medio ambiente, lo que permite que se acumulen con el tiempo.

Estudios recientes han demostrado que al menos el 45% del agua potable en los Estados Unidos contiene uno o más tipos de PFAS, lo que indica la magnitud del problema. Este fenómeno no es exclusivo de EE. UU.; regiones de Europa, Asia y América Latina también han reportado niveles preocupantes de contaminación por PFAS.

Impacto en la salud

Uno de los aspectos más preocupantes de los PFAS es su potencial para causar graves problemas de salud. Estos químicos han sido asociados con una serie de condiciones, como el cáncer, trastornos del sistema inmunológico, enfermedades tiroideas y problemas de desarrollo fetal. Incluso en dosis muy bajas, se ha demostrado que los PFAS pueden afectar la efectividad de las vacunas y generar problemas reproductivos. Estudios han encontrado rastros de estos químicos en la sangre de 99% de los estadounidenses y se cree que la exposición prolongada podría tener efectos nocivos aún no completamente comprendidos.

Regulaciones y respuestas globales

Ante la creciente preocupación, varias naciones han comenzado a tomar medidas para mitigar los efectos de estos contaminantes. En 2024, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de EE. UU. implementó nuevas regulaciones para limitar la presencia de seis tipos de PFAS, incluidos el PFOA y PFOS, dos de los más peligrosos, en el agua potable a niveles de 4 partes por billón (ppb). Estas normativas son consideradas las más estrictas hasta la fecha, y se espera que reduzcan significativamente la exposición humana a estos compuestos en las próximas décadas.

Europa, por su parte, ha comenzado a prohibir el uso de ciertos PFAS en productos industriales, y países como Alemania y los Países Bajos han liderado la investigación para establecer estándares más estrictos sobre la presencia de estos químicos en el agua potable.

No obstante, la realidad es que, a pesar de estas acciones, los PFAS continúan presentes en el agua de millones de personas en todo el mundo. Un reciente estudio del US Geological Survey demostró que tanto los sistemas de agua públicos como los privados están contaminados en igual medida, con áreas urbanas siendo especialmente vulnerables.

La lentitud de la acción gubernamental

Uno de los mayores obstáculos en la lucha contra los «forever chemicals» ha sido la lentitud y falta de coordinación entre los gobiernos para abordar la crisis. A pesar de que la ciencia lleva décadas advirtiendo sobre los riesgos de estos compuestos, la industria química ha ejercido una fuerte presión para retrasar la regulación, y muchas naciones apenas están comenzando a tomar medidas significativas. La EPA de EE. UU. ha sido criticada por su falta de celeridad en establecer límites en el pasado, aunque finalmente en 2024 implementó nuevas regulaciones más estrictas.

A nivel global, la situación es aún más crítica, ya que muchas naciones en desarrollo carecen de los recursos o la infraestructura para identificar y tratar eficazmente el agua contaminada. Esto significa que en muchos lugares, especialmente en regiones más pobres o con menor regulación ambiental, millones de personas podrían estar expuestas a niveles peligrosos de PFAS sin siquiera saberlo.

¿Qué se puede hacer?

Aunque la situación es alarmante, existen formas de reducir la exposición a los PFAS a nivel individual. Los expertos recomiendan el uso de filtros de agua con carbón activado o sistemas de ósmosis inversa, que han demostrado ser efectivos para eliminar la mayor parte de los PFAS del agua potable. Sin embargo, estos métodos no son soluciones universales, y los costos pueden ser prohibitivos para muchas familias, especialmente en áreas donde el agua potable ya es escasa.

A largo plazo, es crucial que los gobiernos y las agencias internacionales intensifiquen sus esfuerzos para regular el uso de estos químicos y desarrollar tecnologías más accesibles y efectivas para su detección y eliminación. De lo contrario, la humanidad se enfrentará a una crisis de salud pública de proporciones aún más devastadoras.

Reflexión final

Los «forever chemicals» representan un testimonio sombrío de la negligencia humana hacia el medio ambiente. Al crear y usar estas sustancias, los humanos han dejado una huella tóxica que, sin un esfuerzo coordinado y efectivo, podría persistir durante siglos. Irónicamente, la durabilidad que alguna vez se consideró una ventaja comercial ahora amenaza la misma salud y seguridad de la especie que los creó.

Los avances en la ciencia y la política ambiental serán claves para mitigar este desastre químico, pero como suele ocurrir, los intereses industriales y la apatía gubernamental podrían seguir retrasando el cambio real. Mientras tanto, el agua que se consume diariamente en muchos hogares sigue siendo un recordatorio tangible de esta herencia tóxica.