Mientras el planeta se enfrenta a una crisis energética y ambiental sin precedentes, un grupo de científicos europeos trabaja incansablemente en lo que podría ser el santo grial de la energía: la fusión nuclear. Un experimento clave en el proyecto ITER (Reactor Termonuclear Experimental Internacional) está allanando el camino hacia una fuente de energía limpia, prácticamente ilimitada y libre de emisiones contaminantes. Se estima que esta tecnología, si todo sigue según lo previsto, podría empezar a producir energía para la red a finales de la década.
El sueño de la fusión nuclear
El principio de la fusión nuclear es sorprendentemente sencillo en teoría, pero increíblemente complejo en la práctica. Se trata del mismo proceso que alimenta al Sol, donde átomos de hidrógeno se fusionan para formar helio, liberando enormes cantidades de energía. Sin embargo, replicar las condiciones de un sol en miniatura aquí en la Tierra ha sido el desafío que ha consumido décadas de investigación.
El ITER, ubicado en el sur de Francia, es el mayor y más ambicioso experimento de fusión nuclear de la historia. Aunque su objetivo no es producir electricidad directamente, busca demostrar que la fusión puede generar más energía de la que consume, lo que marcaría un antes y un después en la carrera por energías limpias y sostenibles. El ITER espera alcanzar su primer plasma supercalentado en 2025, con vistas a producir diez veces más energía de la que utiliza hacia 2035.
Un esfuerzo global
Lo que hace único al proyecto ITER es su colaboración internacional. China, Estados Unidos, Rusia, Japón, Corea del Sur, India y la Unión Europea, bajo la administración de la agencia europea Fusion for Energy, han unido fuerzas para financiar y desarrollar este gigante tecnológico. El reactor tokamak de ITER será la pieza central, una máquina diseñada para contener plasma a temperaturas superiores a los 150 millones de grados Celsius, más caliente que el núcleo del Sol.
Además, el consorcio europeo EUROfusion está trabajando en paralelo en la siguiente fase del desarrollo: el proyecto DEMO, una planta de energía experimental que tomará el testigo del ITER para comenzar a generar electricidad de fusión comercialmente.
¿Un futuro energético más brillante?
La fusión nuclear se presenta como una solución casi perfecta a los problemas energéticos globales. No solo utiliza como combustible isótopos abundantes del hidrógeno (de los cuales hay reservas virtualmente inagotables en los océanos), sino que también elimina los riesgos asociados con los residuos radiactivos a largo plazo que existen en la fisión nuclear. Además, al no depender de combustibles fósiles, su impacto ambiental sería mínimo.
Sin embargo, uno no puede evitar ser escéptico. La fusión ha sido el «futuro» durante décadas, siempre a una distancia que parece inalcanzable. Si bien los avances recientes son reales, todavía quedan retos monumentales por superar: estabilizar el plasma y mantener la reacción de fusión por largos periodos de tiempo sigue siendo una hazaña difícil de alcanzar.
Lo que está en juego
El éxito de la fusión nuclear sería un salvavidas para una civilización que enfrenta la doble amenaza del cambio climático y la creciente demanda energética. Si el ITER y sus sucesores logran demostrar que la fusión es viable, podríamos estar a las puertas de una era en la que la energía sea limpia, segura y prácticamente infinita.
Sin embargo, la realidad es que este tipo de desarrollos no ocurren en un vacío. A pesar de la promesa que la fusión nuclear ofrece, la burocracia, la financiación y la política siguen siendo grandes barreras para su implementación a gran escala. Si la humanidad puede superar estos obstáculos, podríamos finalmente ver cómo se cumple el sueño de una energía ilimitada a finales de esta década. Pero, como siempre, el reloj avanza más rápido que la ciencia, y el planeta no esperará pacientemente.