El universo siempre ha sido un misterio expansivo para la humanidad, extendiéndose más allá de nuestra comprensión y desafiando nuestras teorías más fundamentales sobre el espacio y el tiempo. Recientemente, un equipo internacional de astrofísicos ha presentado una teoría revolucionaria que podría cambiar nuestra comprensión del cosmos: el universo podría tener la forma de un donut tridimensional, o «toro», según nuevas investigaciones.
Este intrigante modelo propone que el universo no es infinitamente plano como se pensaba anteriormente, sino que podría ser «conectado múltiplemente», lo que significa que el espacio se cierra sobre sí mismo en todas las dimensiones. Esta teoría sugiere que el cosmos es finito y puede ser solo tres o cuatro veces más grande que el límite del universo observable, que se extiende aproximadamente 45 mil millones de años luz desde nosotros.
La evidencia para esta hipótesis proviene de la observación de las perturbaciones en el fondo cósmico de microondas (CMB), la radiación residual del Big Bang, que revela fluctuaciones de temperatura en el cosmos primitivo. Si el universo fuera infinito, estas perturbaciones podrían tener cualquier tamaño; sin embargo, los datos sugieren que hay un límite en el tamaño de estas perturbaciones, lo que podría indicar que el espacio mismo está curvado y cerrado en una estructura toroidal.
Esta estructura del universo no solo afecta cómo entendemos su forma y tamaño, sino también cómo podría comportarse en el futuro. A diferencia de un universo plano que se expande indefinidamente, un universo cerrado y finito podría eventualmente colapsar sobre sí mismo. Sin embargo, debido a que el universo se está expandiendo a una velocidad que supera la velocidad de la luz, nunca podríamos viajar lo suficientemente rápido para experimentar directamente esta estructura toroidal viajando en una dirección y regresando al punto de partida.
La aceptación de un universo en forma de donut podría requerir una revisión significativa de muchos aspectos de la cosmología estándar y ofrecería nuevas formas de pensar sobre problemas antiguos y persistentes en física. Aunque estos hallazgos son preliminares y se basan en interpretaciones actuales de datos complejos, representan un paso emocionante hacia la comprensión de la verdadera naturaleza del universo en que vivimos.
Este modelo no solo profundiza nuestro asombro por el universo, sino que también refleja la continua capacidad de la ciencia para desafiar y expandir los límites de nuestro conocimiento. A medida que seguimos observando y modelando el cosmos, cada nueva pieza del rompecabezas nos acerca a responder algunas de las preguntas más fundamentales de la existencia.