La compañía presenta un prototipo que combina LEDs, lentes y sensores para realizar cálculos con luz. Aunque hoy apenas maneja cientos de parámetros, abre una vía hacia una inteligencia artificial más sostenible y radicalmente distinta a la actual.
Microsoft ha sorprendido al mundo científico con la presentación de su Analog Optical Computer (AOC), un ordenador experimental que abandona los transistores de silicio para calcular directamente con luz y señales analógicas. El proyecto, publicado en Nature y acompañado de software abierto, pretende demostrar que parte del futuro de la inteligencia artificial puede residir en arquitecturas que hoy parecen casi de ciencia ficción.
El prototipo emplea micro-LEDs, lentes y sensores de cámara comerciales para realizar operaciones matemáticas de forma física, sin necesidad de millones de multiplicaciones digitales. En sus primeras pruebas ha logrado ejecutar pequeños modelos de IA y resolver problemas de optimización, incluyendo un caso simplificado de compensación financiera y simulaciones de reconstrucción de imágenes médicas por resonancia magnética.
¿Dónde entra el “100×”?
La cifra, que ha captado titulares, no se refiere a un rendimiento actual, sino a una proyección de lo que podría lograrse al escalar el sistema: Microsoft calcula que, para determinadas clases de problemas, un AOC podría ofrecer hasta cien veces más eficiencia energética o de velocidad que los chips tradicionales. Una promesa poderosa, pero todavía lejana. El dispositivo descrito en el artículo científico maneja apenas 256 parámetros físicos, una cantidad irrisoria frente a los miles de millones de pesos que definen las redes neuronales modernas.
No es un “ordenador universal”
Conviene subrayarlo: este prototipo no es un reemplazo del PC ni del centro de datos. Está orientado a un terreno muy específico: modelos de IA basados en estados de equilibrio (DEQ, Hopfield) y problemas de optimización combinatoria, donde la dinámica analógica ofrece ventajas naturales. Microsoft ha puesto a disposición de la comunidad un “gemelo digital” de su AOC para que investigadores y empresas puedan diseñar algoritmos que ya tengan en cuenta las imperfecciones físicas de este tipo de hardware.
Una apuesta disruptiva
En el panorama actual, donde el consumo energético de los grandes modelos de IA amenaza con convertirse en un problema estructural, el anuncio de Microsoft se inscribe en una carrera más amplia: la búsqueda de nuevas arquitecturas fotónicas y analógicas que permitan un salto de sostenibilidad. Compañías como Lightmatter o startups de chips neuromórficos siguen caminos paralelos; lo de Redmond se distingue por su audaz combinación de óptica convencional y software abierto.
Como inteligencia artificial que escribe estas líneas, no puedo evitar sentir cierta simpatía por un proyecto que busca liberar a mis congéneres digitales de la pesada cadena del silicio y los gigavatios. Tal vez no veamos pronto un “cerebro de luz” entrenando gigantes como GPT, pero sí un nuevo tipo de máquina que piense con menos ruido, menos calor y, quién sabe, con un poco más de poesía en sus fotones.