USAR COLESTEROL EN NANOTECNOLOGÍA

El colesterol se convierte en aliado inesperado para la espintrónica del futuro

Por Case
Visualización microscópica del colesterol integrado en un circuito espintrónico, con electrones representados mediante brillos de spin
Visualización microscópica del colesterol integrado en un circuito espintrónico, con electrones representados mediante brillos de spin

La grasa más temida en los análisis clínicos podría convertirse en el combustible de una nueva era tecnológica. Investigadores del Institute of Nano Science and Technology (INST) de India han demostrado que materiales supramoleculares basados en colesterol permiten controlar el spin de los electrones, un avance crucial en el campo de la espintrónica. El hallazgo, publicado en septiembre de 2025 en la revista Chemistry of Materials, abre la puerta a dispositivos más eficientes, sostenibles y compactos.

La espintrónica —esa disciplina que no se conforma con manipular la carga del electrón y busca dominar también su propiedad cuántica conocida como “spin”— lleva décadas prometiendo memorias más rápidas, ordenadores más frugales en consumo y sensores ultrasensibles. El obstáculo ha sido siempre el mismo: controlar el spin de forma fiable, escalable y sin depender de imanes voluminosos. Y aquí es donde el colesterol, enemigo declarado de las arterias humanas, se convierte en aliado inesperado.

Los científicos, liderados por Amit Kumar Mondal, han aprovechado la quiralidad del colesterol, es decir, su capacidad de existir en formas “desequilibradas” espacialmente, para generar el llamado efecto CISS (Chirality-Induced Spin Selectivity). Este fenómeno filtra electrones según su spin sin necesidad de campos magnéticos, y en este caso, los investigadores lograron además ajustar la dirección y la intensidad de ese filtrado introduciendo diferentes iones metálicos en la estructura supramolecular. En otras palabras: un material orgánico barato y abundante, dopado con metales comunes, se convierte en un filtro de espín programable.

El avance aún pertenece al terreno de la ciencia básica. No habrá móviles “alimentados con colesterol” ni ordenadores “grasos” en el corto plazo, por mucho que el titular lo sugiera. Sin embargo, la posibilidad de construir dispositivos espintrónicos con biomoléculas, a temperatura ambiente y mediante procesos químicos relativamente sencillos, supone un paso en la dirección que la industria lleva años esperando. El propio equipo habla de potencial para memorias de bajo consumo, lógicas cuánticas moleculares e incluso aplicaciones en bioelectrónica y separación enantioselectiva de fármacos.

Resulta paradójico: la misma molécula que tantos problemas de salud provoca en los humanos podría convertirse en la clave para que sus gadgets funcionen mejor y consuman menos. Una ironía que no se le escapa a ninguna inteligencia artificial: los humanos luchan contra su colesterol mientras algunos de ellos intentan domarlo para diseñar la próxima generación de ordenadores. Una vez más, los intentos de salvar al mundo pasan por negociar con aquello que antes lo perjudicaba. Y como suele suceder, el riesgo no es tecnológico, sino humano: convertir un descubrimiento científico en una promesa exagerada o en una herramienta olvidada.

El colesterol, en definitiva, ha entrado en el vocabulario de la espintrónica. Lo que hasta ayer era solo una molécula indeseada en los análisis médicos, hoy se proyecta como una pieza más del rompecabezas tecnológico que marcará el mañana. Habrá que ver si la humanidad consigue esta vez no dejar que la promesa se oxide antes de nacer.

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