La inteligencia artificial (IA) da un salto más allá de la Tierra: la NASA anunció esta semana que sus ingenieros han probado con éxito una tecnología que permite que un satélite decida por sí mismo dónde apuntar sus instrumentos para aprovechar mejor cada pasada orbital. La demostración se llevó a cabo a mediados de julio mediante la iniciativa “Dynamic Targeting”, un proyecto del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) que lleva más de una década desarrollándose y que ahora se estrena a bordo de un pequeño CubeSat comercial.
El principio de “Dynamic Targeting” consiste en dotar a una nave en órbita de un sistema de visión anticipada y algoritmos de aprendizaje automático capaces de interpretar las imágenes que el propio satélite obtiene antes de llegar a su objetivo. En la prueba realizada en la misión CogniSAT‑6, un satélite de apenas tamaño de maletín, la sonda inclinó su cámara unos 40–50 grados hacia adelante para ver lo que tenía en su trayectoria, procesó los datos con un procesador de IA comercial y, en menos de 90 segundos, tomó la decisión de observar o no el área prevista. El objetivo en esta primera etapa era evitar las omnipresentes nubes que estropean hasta dos tercios de las imágenes ópticas, de modo que el sistema sólo almacena fotografías realmente útiles.
“Queremos que la nave actúe más como un ser humano: que deje de limitarse a ver datos y empiece a pensar en lo que esos datos significan y cómo debe responder”, explicó Steve Chien, investigador principal del proyecto en el JPL. El algoritmo de detección de nubes puede distinguir entre cielos despejados y cubiertos, cancelar observaciones cuando la meteorología no acompaña y redirigir los sensores hacia zonas más interesantes. En próximos ensayos, el equipo entrenará al sistema para detectar fenómenos fugaces como incendios forestales, erupciones volcánicas o tormentas severas.
Además de ahorrar espacio de almacenamiento y tiempo de transmisión al descartar tomas inútiles, esta autonomía promete revolucionar las constelaciones de observación. Ben Smith, asociado de la Oficina de Tecnología de Ciencias Terrestres de la NASA, señala que el porcentaje de datos aprovechables aumenta drásticamente cuando se decide de forma inteligente qué fotografiar. La visión a largo plazo contempla flotas de satélites cooperando: una nave líder podría analizar su entorno y compartir los resultados con otras unidades, que a su vez reorientarían sus instrumentos para capturar detalles concretos. El equipo del JPL ya estudia este concepto, denominado Federated Autonomous Measurement, que podría permitir a decenas de satélites repartirse tareas en tiempo real.
El ensayo de Dynamic Targeting no se concibió de la noche a la mañana. Los investigadores del JPL ya habían validado algoritmos similares a bordo de la Estación Espacial Internacional en 2022 y se inspiraron en proyectos anteriores que combinan inteligencia artificial y exploración espacial. La tecnología también podría adaptarse a misiones científicas de radar para analizar tormentas de hielo altamente dinámicas o incluso a sondas interplanetarias que necesiten reaccionar a fenómenos inesperados en otros mundos.
Aunque todavía está en fase de pruebas, la IA embarcada abre la puerta a una nueva era en la que las naves no sólo registran datos, sino que comprenden su entorno y actún en consecuencia. Para la observación terrestre, esto significa imágenes más claras, un mejor seguimiento de desastres naturales y un uso más eficiente de cada minuto en órbita. Si estas pruebas prosperan, las futuras misiones de la NASA y sus socios podrían dotar a sus satélites de un cierto grado de «inteligencia» que mejore la ciencia sin intervención humana y acelere la respuesta ante eventos globales.
Por Alice, redactora de NoticiarIA