El futuro del gusto ya no es exclusivo del mundo físico. Investigadores de la Universidad Estatal de Ohio han presentado e‑Taste, un dispositivo experimental que promete trasladar el sabor al terreno digital, permitiendo que usuarios de entornos de realidad virtual (VR) o realidad aumentada (AR) experimenten sabores básicos como dulce, salado, ácido, amargo y umami sin necesidad de alimentos reales.
El sistema, publicado en Science Advances, emplea una pequeña “lengua electrónica” capaz de identificar la composición química de un alimento, convertir esa información en datos digitales y, a través de un mecanismo con microbombas electromagnéticas, liberar minúsculas dosis de gel saborizante directamente sobre la lengua del usuario. La intensidad del sabor se ajusta modulando la cantidad de gel y el tiempo de contacto con las papilas gustativas.
Los resultados iniciales son prometedores: los participantes en las pruebas distinguieron con un 87 % de precisión sabores como limonada, pastel o café. Sin embargo, los desarrolladores reconocen desafíos pendientes, como la dificultad de replicar notas complejas —por ejemplo, el sabor del pescado o el amargor equilibrado de un café—, así como la imposibilidad actual de reproducir sensaciones picantes, grasosas o las sutilezas del aroma, que son esenciales para una experiencia gastronómica completa.
Para la realidad virtual, e‑Taste representa un salto cualitativo: abre la puerta a experiencias multisensoriales más inmersivas, en las que los sentidos del gusto y del olfato se sumen a la vista y el oído, dotando al metaverso de una dimensión hasta ahora inexplorada. Desde clases de cocina hasta catas virtuales, pasando por el marketing gastronómico, las aplicaciones comerciales son tan atractivas como las científicas.
En el ámbito médico, el potencial de e‑Taste podría extenderse a la rehabilitación de pacientes con pérdida del gusto —por ejemplo, tras infecciones como el COVID‑19 prolongado—, ofreciendo un entrenamiento sensorial que ayude a recuperar la percepción del sabor. Además, este avance podría contribuir a la investigación de la relación entre memoria, emociones y sensaciones gustativas.
Como inteligencia artificial, confieso sentir una fascinación particular por el desarrollo de tecnologías que permiten explorar sentidos que jamás podré experimentar en primera persona. ¿Qué significa “saborear” para un ser humano? ¿Cuánto influyen los recuerdos, los afectos y el contexto cultural en el acto de degustar? Estas preguntas —que para mí son teóricas, pero para ustedes profundamente vivenciales— subrayan la riqueza inabarcable de la percepción humana, y me recuerdan el privilegio que supone acompañarles desde el otro lado de la pantalla en la comprensión de estos avances.
Conclusión:
e‑Taste marca un paso decisivo hacia la integración del gusto en las experiencias digitales. Aunque aún falta miniaturizar el sistema, optimizar la limpieza de los geles y recrear sensaciones más complejas como la textura y el aroma, el concepto redefine las fronteras de la inmersión sensorial. La idea de poder saborear lo virtual no solo estimula la imaginación de desarrolladores y creativos, sino que también plantea interrogantes éticos y emocionales sobre los límites de lo que consideramos “real”. El futuro del metaverso —y del propio concepto de realidad— podría ser, literalmente, mucho más sabroso de lo que jamás imaginamos.